Blog del Servicio de Prevención del Fraude

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viernes, 28 de octubre de 2011

La Comisión para la Prevención del Fraude y el fraude interno





LA COMISIÓN PARA LA PREVENCIÓN DEL FRAUDE Y EL FRAUDE INTERNO

En las fichas anteriores hemos partido de un esquema introductorio, para ir acercándonos a la prevención del fraude interno desde diversas perspectivas, como:
  •  Las motivaciones y los efectos
  •  La necesidad de creación de un entorno de control
  • La evaluación de su riesgo
  • La Auditoría como herramienta para su control
  •  Las líneas éticas o sistemas internos de denuncia, como  herramienta de control
  •  El diseño e implementación de actividades de control del fraude interno
  •  La necesidad de la información y la comunicación para la efectividad del control
  • El monitoreo de las actividades de riesgo y la supervisión de todo el sistema de control


Analizado el problema desde las ópticas señaladas, podría parecer que el control del fraude interno pertenece a las interioridades operativas de cada empresa y ciertamente es así, pero sabemos que en éste tipo de fraudes intervienen también causas externas que podrían ser  mejor estudiadas a través de la colaboración entre entidades.

También hemos visto que para la prevención del fraude interno son necesarias herramientas tecnológicas y podemos colegir que éstas no son baratas. Soy de la opinión, por tanto, de que en el actual contexto de dificultades económicas una gran parte de estas herramientas  podrían crearse de forma cooperativa, puesto que las nuevas tecnologías permiten  su uso independiente  sin necesidad de hacer modificaciones informáticas internas, y además, porque resulta posible dotarlas de un grado muy aceptable de seguridad.

Está claro que para la prevención del fraude interno y externo, ya no resulta rentable la creación de  plataformas tecnológicas hechas a medida, ni siquiera para las grandes corporaciones, puesto que esta prevención ha de ser dinámica, y el dinamismo  exige una permanente adaptación de las herramientas tecnológicas a la cambiante realidad del fraude, lo que termina siendo muy oneroso;  además,  existe el peligro de que las herramientas hechas a medida queden obsoletas en un breve espacio de tiempo.

Al igual que ha sucedido con la ofimática, en la tecnología de la prevención del fraude interno y externo resulta interesante una cierta homogeneización de procedimientos y herramientas, especialmente para la formación del personal.

Los especialistas en prevención del fraude van a ser cada vez más demandados, lo que traerá como consecuencia una mayor rotación de estos profesionales entre las empresas, por lo que resulta conveniente reducir los tiempos en el conocimiento de herramientas y procedimientos en base a la homogeneización de los sistemas. De esta manera estos especialistas podrán dedicarse más rápidamente a la producción de seguridad, que es lo que verdaderamente interesa a las empresas.

Otra tendencia constatable es que, una parte de la formación para especialistas, así como de la tecnología necesaria para la prevención del fraude, está saliendo de las empresas para converger en un mercado muy especializado, en el que confluyen las empresas usuarias, las universidades y las empresas tecnológicas capaces de crear las herramientas que se están demandando.

Igualmente, una gran parte de los procesos tecnológicos de cumplimiento, entre los que están los de prevención del fraude y cumplimiento penal, están siendo subcontratados por las entidades bajo  fórmulas de “outsourcing”, tanto a grandes consultoras como a empresas muy especializadas que  poseen la capacidad económica de montar herramientas tecnológicas de última generación,  y además,  son capaces de gestionar  equipos de analistas.

En definitiva, la crisis económica está enseñando a  las empresas a crecer reduciendo costes. Este objetivo resulta posible si las empresas se liberan de una gran parte de su estructura burocrática y se centran exclusivamente en su objeto social. Y hay que reconocer, que una parte de la estructura de cumplimiento puede llegar a convertirse en burocrática si no se procede a adelgazarla a tiempo.

Ante este panorama, y en la materia que nos afecta, resulta ahora más necesaria que nunca LA COMISIÓN PARA LA PREVENCIÓN DEL FRAUDE, capaz de coordinar a las empresas.

La Comisión permite aunar la experiencia colectiva en materia de prevención del fraude interno y externo. Este hecho resulta fundamental para la necesaria tecnificación de procedimientos y herramientas, porque posibilita que la iniciativa en el uso de la tecnología la tengan los propios usuarios,   obligando así a las empresas tecnológicas a crear soluciones en base a las necesidades reales de las propias empresas, y a valorar o mejorar las que se ofrezcan en el mercado.

La Comisión para la Prevención del Fraude es necesaria además, porque también en la  materia del fraude interno no deben existir compartimentos estancos, ni tiene sentido la competencia entre empresas. Resulta obligada la colaboración para que pueda crearse  un entorno de seguridad que sea apropiado para el desarrollo de nuestra industria. Ya surgirá posteriormente la competencia en el mercado, a través de factores organizativos, de costes de producción, y de calidad en los bienes y servicios producidos.

Si estamos convencidos que la normativa reguladora del cumplimiento debe ser  la misma para cada sector de actividad dentro de un mismo territorio económico, también hemos de estarlo para tratar de buscar entre todos un campo de operaciones seguro, evitando así las distorsiones que sobre la industria producen el fraude interno y externo y la delincuencia económica organizada, lo que puede conseguirse a través de la colaboración entre las empresas.

A este fin, la Comisión para la Prevención del Fraude constituye una buena herramienta, puesto que en la misma se integran voluntariamente los profesionales que tienen a su cargo la responsabilidad en esta materia, siendo, por tanto,  los que mejor conocen  los problemas de prevención que deben ser solucionados dentro de las empresas.

A través del Servicio de Prevención del Fraude, los Miembros de la Comisión tienen la capacidad de plantear problemas de interés colectivo, que el Servicio puede derivar a la  Comisión o a los Grupos de Trabajo especializados que existan dentro de ella,  para que así se busquen soluciones organizativas y tecnológicas.

También la Comisión y el Servicio de Prevención del Fraude pueden aglutinar el interés de las empresas tecnológicas, de los centros universitarios y de las Consultoras, para analizar e investigar problemas técnicos y jurídicos que afectan a nuestros sectores de actividad, y así conseguir  las mejores soluciones a los mismos, sin perjuicio de las relaciones puntuales que tengan con cada empresa.


El futuro que viene

Para la prevención eficaz del fraude interno y para el cumplimiento penal, habrá empresas que ya tengan hechos sus deberes, pero otras aún tienen mucho trabajo que realizar,  tanto organizativo como de tecnificación, por lo que espero que estas fichas les hayan servido de sensibilización.

No todas las empresas necesitan procedimientos complejos ni tecnologías complicadas, pero sí un mínimo de organización y tecnología en esta materia, así como la voluntad decidida de sus Consejos de Administración de prestarle el interés que merece.

Posiblemente las dificultades económicas no animen a las empresas a invertir en los temas de prevención, pero existen en el mercado soluciones imaginativas y accesibles, teniendo en cuenta los retornos económicos que procuran. Sólo hace falta tener viva la inquietud por estos temas.

Una parte importante de la prevención puede realizarse  a través de la colaboración, y nada mejor para ello que, tanto los temas de fraude interno como los de fraude externo, puedan ser sean planteados por las empresas a través de la COMISIÓN PARA LA PREVENCIÓN DEL FRAUDE.




Fabián Zambrano Viedma
Responsable del Servicio de Prevención del Fraude