Los clientes de la financiación
del consumo no se relacionan directamente con las entidades financieras, sino
con los comerciantes o vendedores, (intermediarios), cuyo principal interés radica en la venta de
los bienes o servicios que son objeto de
su negocio.
La financiación
del consumo es una actividad que tiene como base la confianza de las entidades
financieras en los intermediarios, puesto que son los que facilitan
su contacto con los clientes para la contratación de las operaciones de financiación al consumo.
A su vez, las entidades financieras
son instrumentos útiles para la actividad comercial de los vendedores o
intermediarios, puesto que los créditos que conceden las primeras facilitan
determinadas ventas a los segundos, que en ocasiones no serían factibles al contado, lo que permite también el acceso de muchos clientes a bienes y servicios que no podrían obtener sin la necesaria financiación.
Nos encontramos por tanto ante un
triángulo de intereses no siempre coincidentes, que de alguna forma han de
confluir para que no representen un riesgo para la seguridad de los créditos que se conceden.
En esta entrada van a analizar los
riesgos asociados a uno de los vértices de este triángulo, el de los vendedores, agentes
o intermediarios.
Los “intermediarios-comerciantes”
son uno de los elementos del negocio de la financiación al consumo, puesto que estos profesionales no sólo
venden los bienes o servicios que son objeto de su actividad mercantil, sino que también venden los créditos necesarios para obtenerlos.
Este vértice puede representar
un riesgo para la seguridad de la financiación del consumo, puesto que quedan en manos de los "intermediarios-comerciantes" las etapas más delicadas de la contratación: la comprobación de la identidad de los clientes y el primer control de las documentaciones de
solvencia, lo que posibilita una vía para que alguno de ellos pueda defraudar.
ALGUNAS MODALIDADES DE FRAUDES COMETIDOS POR VENDEDORES, AGENTES O
INTERMEDIARIOS:
Obtención de efectivo mediante operaciones crediticias sobre bienes
no vendidos:
Ésta es una forma rápida de financiación para momentos de
crisis empresarial, en los que no resulta fácil la obtención de créditos
personales o de empresa en bancos y cajas de ahorros. El problema de esta
modalidad no es sólo la falsedad con la que han de ser documentadas estas operaciones, sino que la generalización de
las mismas por el empresario defraudador puede convertirse poco a poco en una pirámide
fraudulenta con el resultado seguro de la victimización de varias financieras a
la vez cuando la situación deudora resulte insostenible, puesto que los pagos
de los créditos suelen solucionarse con la generación de nuevos créditos sobre
bienes en stock, sobre otros bienes ya vendidos o hasta sobre mercancía
inexistente.
Multiplicidad de financiaciones para un mismo bien:
Modalidad
similar a la anterior, pero en la que se utiliza la identidad y solvencia de
clientes verdaderos que han acudido al vendedor para una operación de
financiación. Con esta misma documentación el vendedor formaliza, sin
conocimiento del cliente, nuevas operaciones de financiación sobre el mismo
bien en otras financieras diferentes, procurando modificar aquellos datos que
pudieran descubrir la falsedad, como por ejemplo el número de las cuentas en
las que se han de domiciliar los pagos, que suelen ser cuentas controladas por
el defraudador o por otras personas que colaboran con él.
Al ser ésta una forma de
financiación al margen de cualquier criterio de prudencia económica, lo normal
es que nos encontremos en breve plazo con los mismos problemas piramidales referenciados
en la modalidad anterior.
En ocasiones esta actividad
fraudulenta la realizan empleados del establecimiento vendedor para financiar su excesivo ritmo de vida, pudiendo
ocurrir que todas las financiaciones fraudulentas las repercutan sobre el
cliente, sin importarles las consecuencias futuras derivadas del descubrimiento
de los hechos.
Negocio de préstamos personales:
Algún vendedor puede caer en
la tentación de compatibilizar su negocio con el de una banca paralela,
facilitando dinero en efectivo a determinados clientes con el camuflaje de una
operación de financiación. Una vez recibe el “vendedor” el dinero de la entidad
financiera, lo entrega al cliente minorado en la comisión acordada entre las
partes, obligándose el cliente al pago de la totalidad del crédito a la financiera.
Incremento del crédito sobre el bien financiado:
En
determinados bienes o servicios en los que los baremos de precios no están
homologados por el mercado y por tanto pueden ser establecidos entre las partes
con un margen diferencial, el “negocio” de préstamos personales del
punto anterior puede ser compatibilizado por vendedores sin escrúpulos con la
venta normal, incrementando las facturas, obteniendo así un doble beneficio: el propio de la
venta y el de la comisión pactada con el cliente por la parte del dinero extra
obtenido de la financiera.
Financiaciones con identidades falsas:
La mayoría de las
financiaciones fraudulentas con identidades falsas se producen sin la
connivencia de los vendedores, unas veces por la escasa formación de los mismos
en esta materia, otras por el poco cuidado que ponen en las comprobaciones y
algunas hay, porque prefieren hacer la “vista gorda” antes de perder determinadas
operaciones.
Con todo, también pueden existir connivencias entre vendedores y defraudadores
para operaciones financieras con identidades falsas, beneficiándose ambas partes
con este tipo de fraudes, los vendedores por las ventas realizadas más las
comisiones pactadas y los estafadores por la reventa posterior de los bienes a
bajo precio.
Connivencia en operaciones financieras fraudulentas con utilización
de testaferros:
Es una modalidad delictiva que suele darse con frecuencia
en las financiaciones de vehículos.
Cuando hay connivencia entre el
vendedor y los estafadores, el testaferro no suele aparecer para la firma del contrato de
financiación, puesto que son los propios estafadores los que formalizan toda la documentación fuera
del establecimiento comercial y los que preparan los
justificantes falsos de solvencia.
En los casos en que para guardar las apariencias por ser el
vendedor un empleado del comercio, deba comparecer el testaferro en el acto
formal de la firma del contrato, procurarán
que éste pase en el establecimiento el mínimo tiempo posible para
impedir así que se levanten susceptibilidades entre los restantes empleados o
directivos.
Pueden darse casos de utilización
de testaferros en los que no exista la connivencia expresa de los vendedores, pero
sí una total falta de ética profesional de los mismos cuando en las operaciones
se utilizan como testaferros a personas marginales a las que se les nota de
forma manifiesta su insolvencia y hasta su deterioro físico a causa de la droga
o el alcohol y, se constata fácilmente
que no son capaces de negociar por sí solos la compra del bien que pretenden
financiar, necesitando en todo momento la intervención de terceros para hablar en su nombre.
En todos estos casos, el
testaferro recibe una pequeña cantidad de dinero por prestarse a este fraude y
normalmente no reconoce a las personas que le han captado, indicando que ha
sido engañado por las mismas. Los vehículos obtenidos son vendidos de forma
inmediata a terceros “de buena fe”, o sacados del País por las organizaciones
dedicadas al tráfico ilegal de vehículos.
Manipulación de datos para conseguir la aprobación de la operación:
Esta es sin duda una de las modalidades más frecuentes de falsedad contra las
entidades financieras por parte de algunos “vendedores” porque así afianzan sus
propias ventas, que es en definitiva su objetivo esencial y por las que, en el
caso de ser empleados del comercio, reciben parte de su sueldo a través de las
comisiones establecidas.
Esta forma de fraude resulta
posible cuando los vendedores comprueban, por la experiencia diaria, que no
existe el debido control sobre el cumplimiento de las normas establecidas en
los contratos de afiliación de los comercios con las entidades financieras.
En
los casos en los que los vendedores trabajan con varias financieras a la vez,
los datos manipulados los derivan hacia aquellas entidades que tienen un
control más laxo y por tanto las consideran más fáciles de engaño.